martes, 1 de mayo de 2012

Sudor y Barniz



Hoy estaba de suerte. Un sitio perfecto para el coche en la acera al lado del río y solo a unos metros de su destino. Se acercó y echó las monedas. Una hora. Tiempo suficiente. No dispodrían de más de 20 minutos.

Con paso tranquilo pero ligero se fue acercando al portal. Comprobó una vez más y por encima su ropa. Colocó la pashmina que tapaba el escote de su camisa y repasó el pelo con sus dedos. Un toque, un último toque. Sacó el pequeño frasco de colonia y dejó que un solo toque del vaporizador refrescara su olor.




Era un edificio clásico. De pisos grandes con altos techos y deliciosos suelos de madera, en los que los ojos juegan sin querer con los dibujos de las espigas. No sabía en cual estaba él, pero no importaba, solo tendría que esperar unos minutos. Conocía sus costumbres y sabía que no tardaría en salir para comer. Hacía un día soleado. La lluvia de primavera había dado un respiro a los huesos para permitir que se secaran un poco.

No había nadie en el portal abierto y aprovechó para entrar y buscar el lugar adecuado donde esperarle. Como imaginaba, tras una puerta de servicio había un pequeño cuarto de contadores. El lugar ideal. Calido, oscuro y reservado. Se situó tras esa puerta y le pareció que el reloj se paraba y que el sonido de su respiración llenaba demasiado el silencio. Solo el ruido de los coches que provenía de la calle le daba permiso para suspirar un poco de vez en cuando y aligerarse así del nerviosismo. Era emocionante. La adrenalina inundaba sus venas y hacía que el corazón acelerara su carrera. Imaginaba el encuentro y la excitación se multiplicaba por momentos.



Unos pasos bailarines inundaron de sonido de las escaleras. Nunca bajaba en ascensor y  ese ritmo era familiar. Si cerraba los ojos podía ver su figura acercándose escalón a escalón. Definitivamente era él. Tarareaba bajito alguna canción no conocida. Se notaba que estaba cansado por como dejaba caer su peso en cada bajada, pero satisfecho por la alegría de la melodía que cantaba entre dientes.

Las escaleras morían justo al lado de la puerta. El corazón arrancó al galope. A lo sumo le quedaban dos tramos y pasaría junto a ella. No podría verle y tendría que salir en el momento preciso. Ya !

Pasó por delante de la puerta. Salió justo detrás de él y le abrazó pegándo el cuerpo a su espalda. Notó su sobresalto, pero no le dio tiempo a reaccionar y le tapó los ojos. Él se dejo hacer. Despacio y marcha atrás le arrastró hasta el pequeño cuarto de  contadores.

Sus labios se encontraron

-¡Estás loca!
-Shhhhhh. Nos oirán…



Bailaron un tango con sus lenguas y ella se separó despacio. Casi a oscuras, localizó la cremallera del mono y la fue bajando también despacio, dejando aparecer su torso desnudo, embriagada por la mezcla de olores. Sudor  y barniz.

-Llevo toda la mañana trabajando. Necesito una ducha.
-Luego. Ahora, vamos a sudar más. Shhhhhhhhh.

Él deslizaba las manos entre la falda y las medias, buscando llenarlas con sus muslos, sus caderas, sus nalgas….y bajar por ellas hasta agarrarse y arrastrarla, haciéndola sentir como el deseo crecía debajo del algodón blanco.

Ella bajaba la cremallera hasta encontrarse con un final turgente y escondido. Debajo del mono nada. Solo un ajustado slip negro. Se fue agachado. Le fue besando dibujando guirnaldas con su lengua. Se recreó en su pecho y resbaló sin prisa hasta el ombligo.

El cerró los ojos y acarició su pelo mientras disfrutaba de las sensaciones húmedas regaladas. La sujetó por los hombros y la volvió a arrastrar hasta su boca. Saboreó la dulzura de sus labios y recorrió su cuello alternando besos y mordiscos. Jugó con los botones cómplices de su camisa, que no opusieron resistencia y fueron cediendo uno a uno. Bajó sus manos y por debajo de la falda fue liberándola de las medias, mientras bebía de sus pechos. Por fin, sujetándola de las caderas, le dio la vuelta contra la pared.




Ella no se resistió. Solo basculo la cadera para recibirle. En sus oídos el sonido del paso de algún contador acompasado con sus latidos, una respiración acelerada en su espalda y sus propios gemidos. Miles de partículas blancas inundaron su cabeza y una explosión de sensaciones le arrancaron por unos segundos de la realidad.




El portero entró a poner el automático de las luces de la escalera antes de irse a comer y creyó percibir un dulce olor a canela, sudor y barniz. Miró a su alrededor el cuarto buscando, encogió los hombros y cerro la puerta.....


Pdpz


"Escribimos como somos. Somos como vivimos. Vivimos como sentimos. Escribe lo que sientas y no sientas por lo que escribas"

6 comentarios:

  1. sublime fantasìa, preciosa historia de dos personas, creo que iguales en imaginacion y sentimientos y por supuesto, la madera de espiga reflejada en el suelo de la historia,tiene
    ALBURA Y ALMA... belleza y amor.

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  2. Escribe lo que sientas y no sientas por lo que escribas...es evidente que en tí ocurre esto. No hay más que leer y comparar los primeros post de a mis cincuenta para darse cuneta de ello.

    Te envidio porque me esfuerzo en que me salgan historias como estas, pero no hay manera...

    Querido anónimo anterior, la fantasía reina en el mundo de lo imaginario y yo en este relato veo una realidad revitalizante...
    Un beso.

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  3. Queridos Anónimo y Enrique. Decidir que es fantasía y que realidad es algo que os dejo a vosotros.
    Yo soy como Antoñita la fantástica,(personajillo de Radio Madrid de 1948 llevado posteriormente al papel)mezclo realismo y fantasía para escapar de lo cotidiano y vivo mis realidades en ocasiones en el mundo de la fantasía...es gratis ;)Algunos dirán que un signo de desequilibrio mental. Tal vez. Pero es una dulce forma de sobrevivir.
    Enrique...este blog es una pequeña montaña rusa...o mejor...un pequeño bandoneón. A veces se llena de aire y a veces se desinfla. Así va sonando. ;)Cada uno envidiamos algo del otro.Tu sigue. Yo te sigo. Escribe lo que sientas y no sientas por lo que escribes !!

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  4. Amigos comentaristas,las fantasìas estàn dentro del libro de los sueños,ese libro, grueso,con pastas atractivas.
    Cuando coges el libro y lo abres,no siempre, solo algunas veces, empiezan a salir letras desordenadas de las pàginas, que unos hilos bien tejidos en forma de red, van recogièndolas para ordenarlas y asì dar comienzo al nuevo capìtulo del libro de tu vida y sabeis? no podreis hacer nada para resistiros a leerlo, por que los hilos asì lo han decidido.
    (ek)

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  5. Respuestas
    1. Me alegro Crojas ! Una fantasía excitante para una tarde de primavera de hace unos años ;)
      Gracias por darme la oportunidad con tu comentario de relerla.

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